Diana y Eduardo solían coincidir en fiestas por amigos en común, pero su relación nunca había ido más allá. No hasta que, en un cumpleaños, comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que eran almas gemelas. Una historia de amor que, por supuesto, terminó en “sí, quiero” en una boda muy emotiva al aire libre.
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El look de los novios
Para el que sería el día más importante de su vida, Diana, la novia, se enfundó en un precioso vestido de Fernando Claro con rejilla en el escote y detalles en mangas y cuerpo. Destacamos su fluidez, ligereza y sencillez. Para los zapatos, optó por unos Miu Miu de glitter.
Como joyas, lució unos pendientes antiguos de Búcaro, una joyería de su ciudad. “Siempre me ha encantado y me paraba a ver el escaparate con Edu. Y, en nuestro primer viaje a París, me los regalo en los jardines de la Torre Eiffel”. El anillo, una sortija de oro blanco y diamantes, también fue regalo del novio.
El ramo de flores lo hizo la noche de antes junto a su mejor amiga Raquel. “Me apetecía que eligiese la composición del ramo que, en unas horas, iba a ser para ella”, aseguraba Diana.
Por último, del maquillaje y el peinado se encargó Sofía Fernández Grande de Peluquería Tumusas. Un maquillaje natural y un semirecogido con tocado de hortensias blancas preservadas (hecho por ella misma) fueron los elegidos.
El novio, por su parte, se decantó por un traje azul de Hackett London, chaleco y camisa a medida, y una corbata y pañuelo con estampado que daban un toque de alegría al look. Como joyas, lució reloj y gemelos de Cartier. Los zapatos fueron de Bow Tie. ¿El resultado? Un novio súper elegante.
Ceremonia y celebración
Diana y Eduardo vivieron una boda muy emotiva al aire libre el 15 de julio de 2017. Tanto la ceremonia como el convite se celebraron en una finca que tiene Eduardo en su pueblo materno Buiza de Gordón.
Tanto del catering como de la repostería se encargaron los profesionales del hotel Conde Luna (León). ¡No faltó de nada! Tanto que hubo dos postres: fresas con mascarpone gratinado para las chicas y milhojas de mascarpone para los chicos.
¿La decoración? Fue cosa de los novios. “Gracias a nuestra tienda, Equinoccio, tenemos muchos objetos de decoración que pudimos utilizar para ambientarlo todo. Pero, el día anterior, ‘Mucha Miga’ nos ayudó a colocarlo todo. También fueron ellos los que se encargaron de la mesa de dulces inspirada en un puesto de frutas, para seguir enlazando con el resto de la temática de la boda, frutas y hortalizas”, cuenta Diana. De la decoración floral ‘Hand Work Factory’. ¿El resultado? Una decoración de boda súper inspiradora.
Invitaciones y detalles
El diseño de las invitaciones, estaba inspirado en las ilustraciones de botánica del siglo XIX de Pierre-Jospeh Redouté. Las eligió Diana y había cinco diseños distintos. El encargado de hacerlas fue Héctor, un amigo de los novios.
El regalo de las invitadas también fue de su tienda Equinoccio, dedicada a decoración y detalles para eventos. ¿Las elegidas? Unas peonias de cerámica perfumada para guardar en cajones y armarios. “Un bonito recuerdo que no molesta por casa y aunque acabe en un cajón no importa porque justamente es para eso”, broma la novia.
El momento más emotivo
Sin duda, el momento más emotivo fue cuando Diana se acordó de su “yaya Dora” durante los agradecimientos. Estaba muy unida a su abuela y, por razones del destino y por muy pocos meses, no pudo estar con ellos en su gran día. “Además de una gran abuela, fue una mejor amiga, confidente y consejera”.
¡Pero no todo fueron lágrimas! Durante la ceremonia, dos amigos de Edu, Pedro y Javi, leyeron anécdotas de su juventud y fue muy divertido.
Luna de Miel
Fue una boda muy emotiva al aire libre, cuidada al detalle y repleta de detalles. Pero, su celebración no acabó ahí. Para su luna de miel, nuestros protagonistas viajaron a Australia. ¡Un destino de ensueño para el viaje de novios!
¡Vivan los novios!
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