Aunque no hay normas universales en lo que al amor se refiere, observar tu pareja de modo crítico te permitirá obtener algunas pistas de lo fuerte que es vuestro amor. Plantéate estas cinco preguntas. Ellas te darán la respuesta de si vivís una experiencia duradera o de si se trata de algo pasajero.
En cuestiones de amor no existen reglas fijas ni fórmulas mágicas. Lo que hace felices o estables a algunas parejas puede ser fuente de inestabilidad para otras, y cada pareja basa su compatibilidad en aspectos determinados que les son propios. Por ejemplo, hay parejas para las que la prioridad es la pasión, mientras que hay otras que se construyen sobre la base del cariño o de la admiración mutua.
Lo cierto es que en las parejas que duran en el tiempo se establecen vínculos complejos particulares, únicos, propios solo de esas personas. Estas cinco preguntas te ayudarán a saber si vuestra relación va viento en popa.
Cinco preguntas que te ayudarán a conocer la fortaleza de tu relación
1. ¿Confiáis el uno en el otro?
Toda relación de pareja que se precie debe construirse sobre la base de la honestidad. Si ésta no existe, o si proliferan las mentiras, las medias verdades o los secretos, algo falla, y ese algo está poniendo en peligro vuestra relación.
La mejor receta es atajar la desconfianza en cuanto se produce hablando con la pareja. Si manejáis bien el diálogo, no tendréis nada que temer. ¿Habéis sentido celos y se lo habéis transmitido a vuestra pareja sin ningún problema, con sinceridad, y él os ha sabido aclarar sin problemas la situación que los ha ocasionado? Vuestra relación está a salvo.
Si, por el contrario, no sois capaces de hablar de ello, o las explicaciones no son suficientemente convincentes, se creará un bache entre vosotros que pondrá en peligro vuestra estabilidad.
2. ¿Actuáis de la misma manera en presencia de vuestra pareja que cuando no está?
Si es así, estáis a salvo. Hay personas que modifican completamente su conducta en presencia de su pareja, y otras que ni siquiera quieren compartir a su pareja con amigos o familiares, que prefieren que no esté presente en cualquier tipo de reunión social. Esas personas reservan parte de su personalidad para otras personas, generando una grieta terriblemente nociva para la relación.
3. ¿Nunca te cansas de compartir momentos de intimidad a su lado?
Esta señal solo es propia de las parejas estables. Además de a la intimidad física, la más evidente, que se refiere a los momentos de sexo, a las caricias y a los besos, a andar desnudos por la casa sin ningún tipo de complejo, también nos referimos a la intimidad emocional.
Si te sientes cómoda expresando tus sentimientos a tu pareja y notas que es recíproco. Si no te importa responder a sus preguntas, sean más o menos comprometidas. Si, además, compartís inquietudes intelectuales, podéis hablar de cualquier tema sin cansaros y compartís aficiones y os gusta practicarlas juntos, todo va sobre ruedas. Si alguna de estas cosas falla, puede llegar a suponer algún tipo de contratiempo para vuestra relación.
4. ¿Sois capaz de responder unidos a las adversidades?
De las cinco preguntas, esta es una de las más importantes. Las parejas duraderas lo son para lo bueno y para lo malo. A veces se producen situaciones difíciles en la pareja que pueden fortalecerla, o acabar minándola. Las enfermedades, la pérdida de un familiar o los problemas laborales son algunas de esas cosas que nos ponen a prueba tanto de forma individual, como en pareja.
Si sientes que eres capaz de brindar tu apoyo pleno a tu compañero en sus peores momentos y recibes la misma comprensión de su parte, todo va sobre ruedas. Si cualquiera de los dos demuestra inmadurez ante los reveses de la vida y solo es capaz de estar bien cuando las cosas van bien… ¡peligro!
5. ¿Os comunicáis bien?
¿Sois capaces de afrontar los problemas que surgen entre vosotros y hablar de ellos o, por el contrario, vais acumulando rencores y enfados hasta que un día estalláis y os echáis todo en cara?
La comunicación día a día, momento a momento, es básica para que una relación funcione. Cuando los reproches se acumulan, acaban multiplicándose y los sentimientos iniciales pueden irse sustituyendo por otros muy dañinos como desprecio o rencor, que acabarán minando lo que habéis construido hasta el momento.