Sarah Kiernan ha escuchado un total de 12 veces la pregunta: “¿quieres ser mi dama de honor?”. Y ha contestado 12 veces: “¡sí!”.
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“Ser dama de honor es maravilloso. Me honra que mis amigas confíen en que haré que su experiencia como novia sea tan increíble como ellas quieren que sea, y me veo rodeada de una serie de divertidas actividades nupciales como despedidas de soltera, fiestas de novias y compra de vestidos”. Sarah no se lo pensaba dos veces, y siempre ha contestado que sí. Tan emocionada por la propuesta que se le olvidaba lo que venía después: cómo pagarlo.
Que una boda requiere un gran esfuerzo económico no es ninguna novedad, y también lo supone para las amigas de la novia. “En la mayor parte de mis experiencias como dama de honor, o estaba en mis 20 recién cumplidos, ganando el salario mínimo, o en mis 30, trabajando para una organización sin ánimo de lucro. Siempre era consciente de mis limitaciones, pero si me ofrecían ser parte en la boda de una amiga, decidía arreglármelas”.
Las damas de honor corren con gastos como su vestido, una prenda que no usarán más de 6 horas, y que, además, será elegido en gran medida por la novia. A esto, hay que sumar los arreglos, los accesorios y los zapatos. También, la despedida de soltera. Su coste se divide entre las damas de honor o la familia de la novia y aún así, supone un buen desembolso. “A través de los años esto ha evolucionado de ser una noche con las amigas a un viaje fuera de la ciudad”. Organizar la fiesta de la novia, además del dinero, supone grandes cantidades de estrés. “Este es uno de los eventos más estresantes porque organizarlo es difícil. Me distraía fácilmente en el trabajo, porque estaba consumida por las respuestas y los detalles”.
Sarah, después de todas sus experiencias como dama de honor nos da tres consejos:
- Sé honesta. A veces nos da vergüenza decir que no podemos pagar todo ese dinero, pero es probable que muchas de las damas de honor estén de acuerdo con tu situación. “Cada vez que una amiga me invitaba a ser parte de su boda yo recalcaba que no tenía mucho dinero y que iba a ser difícil para mi. Una vez, a una novia casi le dio un ataque cuando compré unos zapatos ligeramente diferente a los que ella quería, pero mucho más baratos. Le expliqué que era lo que podía pagar y lo entendió perfectamente”.
- Puedes decir “no”. Si no eres capaz de afrontar la responsabilidad financiera que supone la tarea de ser dama de honor, puedes rechazarlo, pero también puedes ser parte de la boda diciendo “no” a algunos gastos, como faltar a la despedida de soltera. “Una vez tuve una boda en otra ciudad y no podía pagar también el viaje de la despedida de soltera. Le dije a la novia que no podía hacerme cargo de todos esos gastos y ella entendió mi situación, sin dejar de pensar en mi, en ningún momento, como una dama de honor más por no haber ido”.
- Sé creativa. La novia buscará un montón de ideas para la boda. Haz tu lo mismo con la parte que involucra a las damas de honor. Aprovéchate de tus habilidades en Internet para buscar ofertas de viajes o zapatos. Seguro que todas lo agradecen y ahorraréis muchísimo dinero.
“¿Sería dama de honor por décimo tercera vez? Sí, lo haría. Incluso después de mirar hacia atrás, de todo el dinero y el tiempo empleado, creo que una buena amistad justifica esa inversión. Vale la pena celebrar ese día con las personas que queremos pero me aseguraría de seguir todos estos consejos y de participar cuando me sienta cómoda y capaz. Eso es lo mejor para mi cuenta bancaria y mi relación con mis amistades”.
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