Cuando elaboraron la lista de destinos posibles para su luna de miel Seychelles se convirtió en la primera opción para Marta y Miguel. Una vez allí confirmaron que su decisión había sido un acierto. Hoy nos explican por qué.
Marta y Miguel viajaron a Seychelles en octubre pasado. Se habían casado a finales de septiembre y deseaban un destino paradisíaco que les permitiese descansar, pero al tiempo disfrutar de diferentes actividades deportivas y de una buena gastronomía.
“En pleno océano Índico, el archipiélago de Seychelles es uno de los pocos tesoros de la naturaleza que se mantienen vírgenes. Por esta y otras razones que os detallamos, para nosotros fue el destino perfecto”, explica la pareja.
Así fue nuestra luna de miel Seychelles
Elegimos la cadena Constance Hoteles & Resorts para alojarnos en Seychelles y fue un verdadero acierto. Dividimos el viaje en dos etapas y decidimos estar unos días en la Isla de Mahé, la más grande de las Seychelles, y otros días en Praslin. Constance Ephelia, en la primera, y constance Lemuria, en la segunda, cubrieron con creces nuestras expectativas, ¡tanto que a veces daban ganas de quedarse todo el día en el hotel!
Fue una experiencia maravillosa en todos los sentidos en cuanto a calidad, instalaciones, atención… Lo recomendaríamos sin dudarlo y sería un sueño poder volver a alojarnos allí algún día.
De las islas, las dos en las que nos alojamos y el resto que tuvimos oportunidad de visitar, nos fascinó la belleza natural de las playas vírgenes y la exuberancia de la vegetación. Es imposible describirlo con palabras y las fotos no les hacen justicia, siempre parecen quedarse cortas ante semejante despliegue natural. Es una experiencia que hay que vivir. Pasear por aquellas playas desiertas y entrar en esas aguas cálidas de color azul turquesa repletas de vida, es como estar en el paraíso. Nunca olvidaremos las sensaciones que vivimos.
También nos sorprendió la enorme diversidad de especies animales autóctonas que pudimos contemplar. Tan pronto te tropezabas con la mayor de las tortugas gigantes paseando por la playa, como nos mostraban la única ave no voladora del Océano Índico. Y ni que decir de las especies marinas, entre las que se encuentran peces de lo más variopinto, incluida la especie de mayor tamaño del mundo. Además, es posible descubrir este mágico mundo marino a escasos metros de la orilla, sin necesidad de adentrarse mucho más, aunque nosotros sí lo hicimos y mereció mucho la pena.
Somos muy deportistas y uno de los requisitos que exigíamos a nuestro destino es que nos permitiese disfrutar de unas vacaciones activas. En Seychelles pudimos practicar un montón de deportes, desde bucear y disfrutar de un océano lleno de colores, a recorrer sus aguas turquesas en kayac o catamarán, e incluso haciendo esquí acuático. También hicimos excursiones al interior.
Además, uno de los hoteles en los que nos alojamos, el Constance Lemuria, dispone de un magnífico campo de golf, lo que nos permitió disfrutar de esta actividad en la que aún somos un poco novatos, aunque nos divertimos mucho.
Además del turismo aventurero, somos fans del turismo gastronómico y nos habían hablado muy bien de la cocina de Seychelles. Lo cierto es que nos encantó esa mezcla entre gastronomía francesa y exótica, con mezclas muy interesantes, toques picantes y combinaciones a las que no estamos acostumbrados, pero en general deliciosas. Nos sorprendió su gran abanico de sabores, colores, texturas e ingredientes. Una auténtica maravilla.
Respecto a la gente de Seychelles, pudimos comprobar su enorme variedad étnica, un auténtico crisol de culturas. Todas las personas con las que nos encontramos a lo largo de nuestra estancia nos acogieron con gran amabilidad y nos hicieron sentir como en casa.
Repetiríamos una y mil veces nuestra experiencia y no nos cansamos de recomendarla”.
