Hace poco contábamos las razones por las que casarse con un periodista y hoy queremos explicar por qué no. ¡Estas son las razones para no casarse con un periodista!
Hace poco escribíamos las razones por las que debías casarte con un periodista. Pero no todo es bueno y maravilloso. Existen también cosas en contra de estos y hoy estamos aquí para contártelas. ¿Quieres saber cuáles son? ¡Sigue leyendo nuestro post! (Matizamos que siempre hay excepciones).
Razones para NO casarse con un periodista
– No ganan mucho dinero: está claro que el dinero no da la felicidad pero, a no ser que seas un periodista de renombre o conocido, los normales, como nosotros, no ganamos mucho dinero. Una realidad que fastidia y mucho.
– Hablan mucho: no te dejará hablar. Seguro te cortará en todas tus historias y explicaciones y él (o ella) comenzará a contarte otra cosa que no tiene nada que ver. Los periodistas hablamos por los codos y eso no siempre es bueno. Pero también es verdad que escuchamos muy bien.
– Son un poco nómadas: nunca saben dónde lo mandarán. La vida de los periodistas está llena de aventuras y sorpresas. Un día estás en tu ciudad y otro día cubriendo un evento en Londres.
– Trabajo inestable: ser periodista pocas veces te asegura un trabajo fijo (es por eso que vemos a tantos reporteros distintos cada día).
– Siempre dirán la verdad: por cuestiones de ética, los periodistas están obligados a decir siempre la verdad. Esto se supone que es algo bueno, pero si alguna vez quieres decir una mentirijilla piadosa a vuestros amigos, como por ejemplo: una excusa para no asistir a una boda a la que no quieres ir , ten cuidado con tu pareja. Él no está acostumbrado a mentir, por lo que pueden notar que estáis mintiendo.
– En ocasiones son demasiado sociables: les encanta hablar y les da igual si son conocidos o no.
– Son muy intensos: y pueden conducir la relación a niveles extremos. Son impulsivos y muy apasionados, lo mismo se enfadan, como que a los diez minutos te están dando un beso.
– Espontaneidad: esta característica también es buena pero, como todo, tiene su lado malo. Dicen todo como lo piensan y no son nada predecibles. Sus palabras, sus movimientos y sus gestos van conducidos por impulsos.