Se trata de una de las tradiciones más populares del mundo nupcial pero, ¿de dónde procede? Hoy te contamos todo sobre el origen de tirar granos de arroz a los recién casados.
Uno de los momentos preferidos de las bodas, tanto para novios como para invitados, es precisamente la salida de los recién casados por primera vez del templo o recinto en el que se hayan jurado amor. Es un momento de especial éxtasis en los que todo el mundo quiere arropar al matrimonio.
Lanzar arroz: origen y legado
Tenemos muy asumido que es el momento en el que todos coreanos “¡vivan los novios!” mientras arrojamos granos de arroz sobre ellos pero, ¿cuál es el origen de esta tradición?
Pues bien, como tantas otras costumbres, esta tradición procede del lejano Oriente. En la cultura asiática, tirar arroz está relacionado con el deseo de prosperidad, abundancia y fertilidad hacia la pareja. Los invitados a través de esta acción, que cuenta con cientos de años de historia, estarían deseando a los recién casados una vida entera de felicidad y buenos deseos.
En referencia a la prosperidad y la abundancia hay un proverbio chino que reza lo siguiente: “Que tengáis tanta prosperidad como para poder repartir arroz todos los días de vuestra vida y que os sobre para poder dar a los que no tienen”.
Por su parte, la relación con la fertilidad viene dada en tanto en cuanto se deseaba arroz como para poder alimentar a un gran número de hijos. Como para los chinos la dieta fundamental es y era el arroz, eligieron este alimento en vez de cualquier otro.
Sin embargo, no todas las culturas seguían este rito. Los romanos, por ejemplo, usaban trigo; los italianos, caramelos o nueces azucaradas y, los polacos, utilizan el arroz, pero también colocan monedas a los pies de la pareja para asegurar la prosperidad.
En los últimos años, los novios han ido modificando el ingrediente del arroz. Además, numerosos ayuntamiento han prohibido su lanzamiento a causa de la suciedad que deja en las calles. Cada vez es más frecuenta ver a unos novios saliendo de la iglesia bajo una estela de pompas de jabón o pétalos de rosa, por ejemplo, algo mucho más higiénico y que permite unas instantáneas preciosas.
