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¿Es un mentiroso compulsivo? Te damos las claves para averiguarlo

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A nadie le gusta que le mientan, pero todos, en alguna ocasión, hemos hecho uso de la mentira para salir de un apuro. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien no puede parar de mentir y se convierte en adicción?

A este trastorno psicológico se le denomina mitomanía y la persona que lo padece miente a menudo sobre todo lo relacionado con su vida para obtener la atención deseada. A priori puede parecer que todos tenemos un poco de mitomanía, puesto que en algún momento hemos hecho uso de la mentira. El problema viene cuando usamos la mentira como una herramienta para afrontar la realidad. La tomamos como si fuera un recurso más para salvaguardar nuestra estima y relacionarnos en diferentes situaciones. No obstante, esta actitud suele producir malestar en las personas del entorno y en quien padece esta necesidad de mentir.

Claves para identificar a un mitómano o mentiroso compulsivo

Si has conocido a alguien y tienes la sospecha de que estás ante un mentiroso compulsivo, analiza si tiene las siguientes características. Si es así, se prudente, especialmente si habéis iniciado una relación sentimental.

Son narcisistas. Los mitómanos o mentirosos compulsivos suelen alardear de sí mismos cuando cuentan algún suceso y lo hacen eludiendo su responsabilidad frente a esas situaciones. El narcisismo, en realidad es una tapadera que esconde sus inseguridades.

Tienen una autoestima baja. Estas personas usan la mentira para conseguir admiración y atención de su entorno. No obstante, detrás de esas mentiras se esconde alguien con heridas emocionales e inseguridades, que no ha sabido gestionar esas circunstancias.

Utilizan mentiras recurrentes. Una de las principales características de estas personas, es que la mentira no es algo puntual para conseguir algo, sino que usan la mentira para relacionarse. Si conoces a alguien al que has pillado varias veces en una mentira, ya sabes que puedes estar ante un mitómano.

mentiroso compulsivo
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Son grandilocuentes. En sus historias, su discurso suele ser muy emocionante y exagerado, para generar expectación y admiración. El problema es que como cuentan tantos detalles, es fácil que tengan lagunas y cosas que no cuadren.

Carecen de objetivos. La principal pista que te puede ayudar a distinguir a un mitómano de una persona mentirosa, es que esta última, miente para conseguir o evitar algo. El mitómano por el contrario, miente porque es su forma de relacionarse con el mundo. Tiene una necesidad de admiración. Además, el mitómano se cree sus propias mentiras, y con ellas construye su mundo paralelo.

Tienen mucha fantasía. Es normal que en la infancia tengamos nuestro mundo de fantasía. Imaginamos e inventamos cosas para aprender y desarrollarnos. Sin embargo, el mitómano prefiere quedarse en ese mundo inventado, en lugar de aceptar su propia realidad. El mitómano fabula alrededor de su vida y lo que le acontece, para sentir que es valioso.

Es importante que las personas de su entorno no lo culpen de sus mentiras, ya que lo que hay detrás es un dolor emocional muy grande que no pueden sostener, y la mentira es la única forma que han encontrado para manejarlo.

Cuentan con un alto poder de seducción. Estas personas usan la seducción para contar historias. Su forma de relacionarse con los demás es desde el humor y el ‘tonteo’, ya que esto les ayuda a sentirse atractivas frente al otro. Es como si estuvieran interpretando un papel para mantener el interés a través de detalles muy exagerados y emocionantes.

No les gusta la confrontación. Si a un mitómano le enfrentas con la realidad, puede reaccionar de forma agresiva o por lo contrario, evitar la confrontación negando que ha mentido. Tratará de buscar maneras para compensar la mentira. Esto se debe a que al ser su mundo, si tú lo destruyes ya no saben qué hacer.

Si eres una persona cercana a un mitómano, intenta ser sutil al decirle las cosas y anímale a que vaya a un profesional, con el fin de que pueda trabajar en esas mentiras y que vaya descubriendo otras maneras menos dolorosas de sostener su sufrimiento.

Fuente: Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos
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