Por fin llegó la noche que la moda llevaba meses esperando. El 24 de abril, Vivienne Westwood —esa casa británica que ha hecho de la rebeldía su sello de alta costura— aterrizó en Barcelona para presentar su primera colección íntegramente nupcial. Y, como era de esperar, no fue un desfile más: fue un manifiesto.
La marca británica, ahora dirigida por el diseñador Andreas Kronthaler —viudo de la legendaria Vivienne— convirtió el claustro de la Universitat de Barcelona en un escenario mágico. Imagina un jardín perfumado por azahar, mármol ajedrezado bajo los tacones, tules al viento y 34 vestidos que desafiaron todo lo que crees saber sobre la moda nupcial.
Porque si hay algo que Westwood ha dejado claro es que ser novia no significa rendirse al cliché. Y anoche, lo demostró con cada paso en la pasarela.
Una pasarela que rompió el protocolo
Desde los primeros minutos quedó claro que esto no era una oda al clasicismo. Era una declaración de intenciones. Las novias de Westwood no se disculpan por ser diferentes: llevan tangas bajo velos vaporosos, escotes imposibles, minifaldas con aires barrocos y guantes de media como si fueran armaduras románticas.
¿Botines cowboy con encaje floral? Sí. ¿Collares de cadena industrial combinando con tul? También. ¿Vestidos que parecen sacados de un óleo del Renacimiento pero reinterpretados para una mujer del 2026? Absolutamente.
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La colección Bridal 2026 es, en palabras de Kronthaler, “una mezcla de pasado, presente y futuro”, con la corsetería como eje (esa que te levanta, te estiliza y te empodera) y una sastrería impecable que aporta fuerza.
Y atención al detalle: la flor de azahar, símbolo de pureza, se cuela en los diseños como guiño al entorno mediterráneo. Porque sí, el patio de naranjos del claustro fue también parte de la inspiración.
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La novia del punk que conquista la alta costura
Las referencias eran exquisitas. El vestido “Madame de Pompadour”, inspirado en el cuadro de Boucher de 1756, abrió el desfile en versión blanca. Simonetta Gianfelici lo llevó con la misma elegancia que lo habría hecho Vivienne, a quien —según su viudo— le habría fascinado.
Y también brillaron Guiomar Alfaro, que a sus 55 años pisa con más fuerza que nunca, y Lorena Durán, con su energía arrolladora que rompe con los estereotipos del “ideal de pasarela”. En definitiva: mujeres reales, con historia, que se subieron al mármol para celebrar que la moda también puede (y debe) representar la diversidad.
El desfile fue una oda a la teatralidad y al compromiso estético de la casa Westwood. Volúmenes desbordantes, corsés arquitectónicos y drapeados imposibles se fundieron con detalles artesanales que hablaban del legado punk que nos dejó Westwood. Cada salida era un pequeño manifiesto visual, una declaración de intenciones que, sin perder el romanticismo.
Un desfile, dos públicos: moda y futuro
Además del gran evento para prensa y profesionales del sector (con 450 asistentes venidos de medio mundo, desde Corea hasta Japón), Vivienne Westwood también quiso mirar hacia el futuro. Por eso, organizó un segundo desfile exclusivo para 300 estudiantes de escuelas de diseño de Barcelona. Porque la creatividad también se educa, se comparte y se contagia.
Incluso algunos de estos jóvenes talentos han trabajado en proyectos colaborativos con la firma y presentarán sus creaciones en el trade show de la BBFW. ¿La meta? Diseñar desde el bajo impacto, con arte, con propósito. Como habría querido Vivienne.
El viudo de Vivienne Westwood se viste de novia (y rompe todas las normas)
Sí, has leído bien. Andreas Kronthaler no solo heredó el legado estético de Vivienne. Lo está amplificando. Con este desfile hizo historia: por primera vez, la firma dedicó un show entero a su línea bridal. Y eligió Barcelona para hacerlo. Westwood llegó para ocupar un espacio con algo muy valiente: una oda a las novias con garra.
No son novias “alternativas”. Son novias que no necesitan etiquetas. Que se casan en zapatillas o que cambian el clásico velo blanco por uno rosa con flores 3D. Que no temen al encaje, pero tampoco al cuero. Que quieren que su vestido cuente su historia, no la de un cuento ajeno.
Porque si hay algo que Vivienne nos enseñó antes de partir en 2022 es que la moda no tiene por qué obedecer.
De la primera fila al photocall: Bad Gyal, Sita Abellán y otras invitadas de impacto
Y como buena gala que se precie, la Bridal Night también tuvo su momento ‘red carpet’. La reina fue, sin duda, Bad Gyal: entrando como diva entre vítores, saltándose el dress code con vaqueros y vestido negro. Porque cuando tienes actitud, no necesitas corsés.
Junto a ella, nombres como Georgina Amorós, Sita Abellán, Miranda Makaroff, Greta Fernández o Vicky Krieps marcaron estilo desde la primera fila. Algunas, con looks tan potentes como los que se veían en la pasarela.
La Barcelona Bridal Fashion Week continúa, con desfiles de firmas internacionales como Ines di Santo, o Morilee pero la noche de Vivienne Westwood ya ha quedado marcada como una de esas citas que se recordarán durante años.
Porque fue mucho más que un desfile de vestidos blancos: fue un homenaje al inconformismo, a la belleza no normativa, a las novias que no quieren casarse como todas.
Y tú, si alguna vez soñaste con llevar un Vivienne Westwood como si fueras Carrie Bradshaw corriendo al altar, anoche se te dibujó una sonrisa.