Javier Macaya, exmarido de Claudia Cisneros, se ha casado en las Maldivas con Annabella Murphy, viuda de Charles Murphy.
Mientras todos celebrábamos la Navidad el fin de semana pasado, Javier Macaya, hijo de la famosa anfitriona de Mallorca, Cristina Macaya, se casaba con la británica Annabella Murphy. Una boda paradisiaca que tuvo lugar en las Islas Maldivas.
La boda de Javier Macaya
La madre del novio no pudo asistir al gran evento, pero sí estuvieron presentes los hijos de la pareja. Javier Macaya estuvo casado con Claudia Cisneros, hija de Oswalso Cisneros, empresario venezolano de las telecomunicaciones. Tampoco es el primer matrimonio para Annabella, ya que estuvo casada con el financiero Charles Murphy, quien se suicidó en 2017 tras haber perdido toda su fortuna en la estafa de Madoff.
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Ahora parece que la suerte vuelve a estar de su lado y Javier Macaya le devuelve la ilusión a Annabella. La boda de la pareja ha sido espectacular. Un enlace sencillo, rodeado de agua, arena, palmeras y sol. ¿Qué más se puede pedir? Gracias a las publicaciones de Instagram hemos podido ver los looks nupciales de la pareja. La novia ha escogido un vestido blanco muy playero, con transparencia en la cintura y en la falda y lleno de bordados. El novio ha elegido una camisa azul marino para la ocasión.
La muerte de Charles Murphy
Para Annabella Murphy la boda con el ejecutivo de Goldman Sach supone un giro importante en su vida, además de mucha alegría. Nunca ha aceptado la muerte de su primer marido, que se arrojó desde una habitación del piso 24 del hotel Sofitel de Times Square, en Nueva York. Charles Murphy murió con solo 56 años y desde hacía nueve meses necesitaba asistencia psiquiátrica. Tras esta triste historia, Annabella denunció al médico de su difunto marido, el profesor Aaron Metrikin, por no prevenir las tendencias suicidas de su esposo.
Charles Murphy era un inversor brillante. Se casó con Annabella en 2004 y juntos vivieron una vida llena de lujos. Tenían varias casas y una gran mansión en Manhattan. Unos meses después de su muerte, Annabella vendió la mansión por un valor de 20 millones de dólares.