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Irene y Carlos, todos los detalles de una boda muy personal

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La de Irene y Carlos fue una boda muy especial, porque quisieron dejar su sello en cada detalle y se esforzaron en prepararla juntos de principio a fin. El lugar elegido para celebrarla, un palacio señorial en plena Vega del Henares, fue el escenario perfecto para tan magnífico resultado. 

 

Irene y Carlos se conocieron en el colegio. A lo largo de los años coincidieron en numerosas fiestas y actos, pero nunca pasó nada entre ellos pese a la insistencia de Carlos, hasta que en 2016 comenzaron a salir.

Todo fue muy rápido, pero ambos tenían muy claro que querían estar juntos y, tras un año de relación, Carlos le pidió matrimonio durante un viaje a Italia. Un año después se han casado.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Irene y Carlos, una boda muy personal

La ceremonia se celebró en la Iglesia Catedral Castrense, de Madrid, también conocida como Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas o Iglesia del Sacramento, que destaca por su bonito interior.

El banquete, por su parte, se celebró en el Palacio del Negralejo, un palacio señorial de 1790 situado a orillas del río Jarama y muy próximo a la capital, que cuenta con salones espectaculares y magníficos espacios exteriores. La boda de Irene y Carlos se desarrolló, en concreto, en las zonas conocidas como Bosque, Mirador y Pergola, porque los novios querían una boda al aire libre.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Tanto del menú de la boda como de la repostería se encargó el servicio de catering de la finca, y fue todo un acierto.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Irene y Carlos no recurrieron a ningún wedding planner para organizar su boda. Quisieron encargarse ellos mismos, y contaron con la colaboración de sus familiares más cercanos. La pareja se encargó de realizar con sus propias manos toda la decoración: pizarras, posters, flores, meseros, candy bar… y el día de la boda Carlos, en colaboración con su padre, su suegro y sus cuñados, montó todo según lo planificado.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

“Nos quedó una boda muy nuestra –explica satisfecha Irene-, y eso es lo que más nos gustó a nosotros y a nuestros invitados, que nos vieron muy reflejados en todo”.  

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Los novios se encargaron también de realizar las invitaciones (Irene en este caso) y los regalos para los invitados. Diseñaron unas chapas con una ilustración animada y prepararon unos kits de supervivencia con las chapas y diversos elementos más.

Además, encargaron un servicio de fotomatón y pidieron que los invitados pudieran llevarse las fotos que se tomaran como imanes. 

El vestido de la novia

Irene tuvo claro, desde que Carlos le pidió matrimonio, que Inuñez sería la encargada de diseñar su vestido. “Lo diseñamos entre las dos, e Inuñez captó perfectamente todo lo que yo quería”, asegura Irene.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Se trataba de “un vestido muy sencillo y romántico, que ocultaba varias sorpresas. La sobrecola se podía quitar, dejando a la vista una lazada de color topo, pues yo quería llevar algo de color en el vestido.”

Por su parte, “el tocado me lo hizo Begonias. Yo envié un boceto de cómo lo quería y fui a elegir las flores. El resultado fue una mezcla de flores y hojas en tela, cerámica y flores secas”. El ramo se lo hizo en el mismo sitio: “tenía muy claros los elementos: flores secas y preservadas en colores granate y blanco, muy rústico”.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Además, Irene compró flores preservadas y secas similares a las de su ramo y preparó varios más pequeños para sus amigas. Los hizo ella misma, porque quería que fuese un detalle muy especial.

Acompañó el vestido con unas sandalias en color topo, con perlas en el empeine y tacón grueso, de Ulanka. “Buscaba que fuesen bonitos y cómodos, ya que quería disfrutar al máximo de ese día, y así fue”.

El look beauty de Irene

“Con el maquillaje y el peinado también lo tenía muy claro –explica la novia-. Tenía que ser muy yo, un maquillaje muy natural y un semirrecogido, ya que nunca llevo el pelo recogido. No me costó nada dar con quienes me iban a peinar y a maquillar. Nuria, de la peluquería Beny Sanz, fue capaz de hacer exactamente lo que yo quería. No pude quedar más contenta. Además, peinó y maquilló a mi madre también, y la dejó guapísima”.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Además, Irene lució joyas de la Joyería Loyma, de Ourense, el mismo lugar donde se hicieron las alianzas, y su anillo de pedida de la Joyería Durán.

El outfit del novio

Carlos, oficial de la armada, lució su uniforme de gala, la levita.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

La madrina y la madre de la novia

Una y otra tenían muy claro lo que querían. La madrina acudió a una modista con fotos de lo que buscaba exactamente, y ella supo plasmarlo a la perfección. Lució un vestido azul que acompañó con una mantilla durante la ceremonia.

La madre de la novia acompañó a su hija a Inuñez, ya que querían que sus vestidos tuviesen algún guiño el uno con el otro. La diseñadora le ayudó a cumplir su deseo de lucir vestido en color rosa empolvado y morado empolvado.

Irene y Carlos
Foto: Ignacio Zori

Además de ellas, Irene destaca a sus amigas Alba, Bea, Olga y Marta junto con Iria, una de sus testigos más importantes, como las invitadas más elegantes.

Momentos más emotivos

La de Irene y Carlos fue una boda muy divertida, en la que también se vivieron momentos muy emocionantes. Irene destaca los siguientes: “mi entrada en la iglesia. Esa sensación de que todo el mundo te mira, sabiendo que tienes al amor de tu vida en frente y yendo agarrada del brazo de tu padre, es una mezcla indescriptible de emociones. También el intercambio de las alianzas. En ese momento fue como si estuviésemos solos él y yo en esa enorme Iglesia”. También recuerda con especial cariño el momento de su baile, o cuando sus amigos les leyeron unas palabras o bailaron para ellos.

La luna de miel de Irene y Carlos

La pareja viajó a Japón y Maldivas, una experiencia que no se cansan de recomendar y que contrataron con El Corte Inglés.

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