Irene y Omar se conocieron en 2014 en Italia. Ahora, 10 años después, se han jurado amor eterno en un bonito enlace religioso en Gijón
Desde que Irene y Omar se conocieron no han pasado más de dos semanas sin verse. Fue el 27 de febrero de 2014, hace ya 10 años, cuando la joven decidió viajar a la ciudad italiana de Bolonia para visitar a su amiga, quien compartía piso con el chico. En ese momento, ambos supieron que estaban hechos el uno para el otro y a pesar de la distancia, decidieron intentarlo.
Siete años después de comenzar su relación, Omar se mudó a Madrid para vivir con Irene y en mayo de 2022 le pidió matrimonio en su lugar favorito, el patio de los naranjos de Roma. Allí, el joven proyectó un bonito vídeo con fotos y mini vídeos de su historia de amor que terminaba con su perro llevando un cartel con la “¿Quieres casarte con nosotros?”. Cuando la novia levantó la mirada, ahí estaba Omar, con la caja abierta y el anillo. Así, esta pareja se dio el “Sí, quiero”, el pasado 21 de octubre en un enlace otoñal en Gijón.
El vestido de novia y los complementos
Irene quería un diseño convertible, fino y elegante para la Iglesia pero atrevido y cómodo para la celebración. Y así fue. Lució un vestido de corte recto hasta el suelo, con cuello halter y la espalda descubierta que combinó con un abrigo de tela de gasa transparente con flecos y una cola de tres metros. Además, le incorporó un cinturón de pedrería y un velo fino un poco más largo que la cola del abrigo.
Para el momento del cóctel se quitó el velo y en el banquete, el abrigo. En la fiesta, se quitó el cinturón y encima del diseño incorporó un top de pedrería. Todo, firmado por María Baraza.
En los pies, la novia escogió unos zapatos de Flor de Asoka, concretamente el modelo Tilda Nilo. Por otro lado, Irene llevó el anillo de pedida, un solitario de oro blanco de Rabat y el anillo de casada de la misma marca. Este último fue un diseño exclusivo, de oro amarillo con tres diamamtes centrados pero separados entre ellos que representan la familia que Irene, Omar y su perro, Roben, forman, el cual es súper importante para ellos.
Además, apostó por unos pendientes de oro blanco de José Luis Joyeros que cambió en la fiesta. También lució una pulsera de su madre en la mano izquierda y desde el aperitivo, otra en la mano derecha que le regalaron sus amigas.
En el pelo, apostó por un recogido con trenza desmontable que se convirtió en un semirrecogido después y que decoró con tres horquillas de flor, un regalo de su madre de una tienda local. A cargo de Elena de la Mona Riza. Para el maquillaje, al igual que en su día a día, Irene escogió algo sencillo de la mano de Jessica Rodríguez.
En cuanto al ramo de flores, a cargo de Isabel Álvarez de Doña Cúrcuma, estaba compuesto por rosas blancas y beige, dalias naranjas y margaritas, la flor favorita de su madre, además de alguna flor de su elección. Le añadieron una cinta de terciopelo, similar al color de los zapatos y dos medallas, una de la Virgen de Covadonga y otra de la Virgen de la Calle. Según ella misma cuenta, cuando vio el resultado, no pudo evitar llorar de la emoción.
El novio
Omar llevó un chaqué azul marino y una corbata de Old Jeffrey con una camisa de Hugo Boss, gemelos de Mont Blanc, reloj de Tag Heuer y zapatos de Berwick. Su anillo, de oro amarillo liso con un pequeño zafiro que también representa a su mascota.
La madrina y la madre de la novia
La madrina apostó por el rojo con un vestido con cuello barco y un poco de cola de Carla Ruiz. La madre de la novia, escogió un diseño verde de Sonia Peña con mangas de encaje.
La ceremonia y la celebración
La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de San Pedro de Gijón y contaron con un dúo de piano y violín y gaiteros a la entrada y a la salida. Aunque los protagonistas de cualquier boda siempre suelen ser los novios, en la de Irene y Omar hubo un tercer personaje principal. Su perro, Roben, les llevó los anillos hasta el altar al ritmo de ‘Can you feel the love tonight’ de El Rey León.
La celebración, por su parte, tuvo lugar en el Roblón de Castiello de la ciudad asturiana. Primero, organizaron un aperitivo al aire libre, con un rincón de quesos, cortador de jamón y cócteles de la mano de Varsovia. Después, la comida fue en un comedor acristalado. Para la fiesta, que fue en la pecera, contaron con un sofá con neón, fotomatón, un rincón glitter, puros, candy bar y un dj estupendo. Los centros de mesa y las flores del enlace, también corrieron a cargo de Isabel Álvarez.
Las invitaciones y el regalo de las invitadas
As de Bodas fueron los encargados de las invitaciones y el resto de la papelería del enlace. En las invitaciones, sobre el forro artesanal aparecía una acuarela de la Iglesia donde celebraron su matrimonio y en el tarjetón, la cara de Roben. La temática de las minutas, el seating plan y los meseros eran animales salvajes ya que Irene es veterinaria y tanto ella como su marido son amantes de los animales.
El regalo fue diferente para los invitados. A los testigos de la joven, una rosa blanca, como las del ramo de novia, con un lazo hecho con la misma tela del abrigo nupcial. A los de él, una pulsera. Por otra parte, Irene le regaló a sus amigas una foto de la despedida de soltera y una pulsera con su inicial. Además, a todos los invitados les regalaron una planta.
El momento más emotivo
El momento más emotivo fue la entrada de su perro, Roben, con los anillos y el regalo a las abuelas. Les entregaron un ramo a cada una y a una de ellas, un cuadro con una foto de ella y su marido cogidos de la mano acompañado de una bonita frase en la que expresaban que era su mayor ejemplo de amor y la otra una foto de ella junto a Omar en la que, escribían que era su mayor ejemplo de superación. Toda la boda se emocionó.
Aunque no lo describen como emotivo sino como sorprende fue el momento del baile nupcial. Ambos se prepararon un mix de cuatro canciones y todo el mundo quedó anonadado.
La luna de miel
Al igual que toda la ceremonia, ya que no contaron con Wedding Planner, la luna de miel también la organizaron los propios novios. Una de sus pasiones en común son los viajes y ya habían con anterioridad varios viajes transoceánicos. Se fueron 14 días a Japón con escala un día en Singapur y otros 14 días a Indonesia con otro día de escala en Abu Dabi.
¡Qué seáis muy felices!
