La diseñadora libanesa protagoniza la noche de gala de BBFW18. Reem Acra recrea un espectáculo de naturaleza mezclada con moda de una forma excepcional.
Inspirada por la obra «El Profeta» de Khalil Gibran, la diseñadora libanesa afincada en Nueva York transmite la poesía del amor a través de sus vestidos. 30 outfits que se han presentado en un entorno espectacular como es el museo Marítimo de Barcelona.
La diseñadora de las celebrities desfilaba por primera vez en Europa y lo hacía por todo lo alto contando con el reconocido paisajista sevillano Fran Cisneros para recrear «El Jardín perdido», un conjunto de flores, árboles de hasta 7 metros y plantas que dejó a todo el mundo maravillado.
BBFW18 Reem Acra y su jardín perdido lleno de ninfas
Sobre la pasarela, vimos novias convertidas en reinas por un día. La diseñadora ha querido mostrar el empoderamiento de la mujer mediante sus diseños y lo ha conseguido con creces. Destacan los ball gown con faldas anchas y hombros descubiertos, pero también aparecen propuestas más sencillas y tradicionales. Creaciones elaboradas artesanalmente prestando especial atención al detalle con aplicaciones de perla y cristal y bordados impecables. Sobreexposición de telas y texturas diferentes. Jaquards de flores.
El lenguaje de Acra está lleno de delicadeza y así nos lo ha trasmitido sobre la pasarela, envolviendo a las modelos en un aire etéreo. Su debut en la BBFW también ha incorporado un toque sensual mediante aperturas en las faldas como muestra de su intención moderna, pero sin olvidar el carácter sofisticado que la caracteriza.
La gama cromática avanzaba entre tonos suaves y empolvados hasta desembocar en un azul tranquilo que recordaba a Cenicienta. Dando más fuerza al look de cuento, los vestidos se complementaron con accesorios de fantasía. Muñequeras con pájaros blancos artificiales, ramos XL de estilo campestre y coronas de plata y oro llenas de flores de grandes dimensiones.
Acra ha demostrado ser maestra en crear prendas sensoriales y refinadas a la vez. Cada modelo contaba con un encanto mágico, como si de un cuento se tratase. Y cada pieza era en sí misma una obra de arte.
