Hemos cumplido 32 días desde que comenzamos la cuarentena, ¿qué hemos aprendido y qué hemos sacado en claro en este periodo?
En primer lugar, creo, sinceramente, que todos nos deberíamos rendir un pequeño homenaje por el camino que hemos recorrido hasta aquí. No ha sido fácil pero, aún así, lo hemos asumido con entereza. ¡Bravo!
En estos 32 días creo que todos hemos experimentado cambios o, por lo menos, espero que todos os sintáis identificados con los que yo he notado.
En mayor o menor medida la individualidad era lo que primaba en mi día a día. Yo era, o por lo menos así me consideraba, una persona de lo más independiente. Siempre he sentido que no necesitaba depender de nadie para ser feliz. Esto en la teoría está muy bien, sin embargo, en la práctica no ha sido así. Me hubiera resultado imposible superar con dignidad este mes si no me hubiera sentido arropada por mi familia, mi pareja y mis amigos. Nuestra felicidad depende de nosotros mismos, es cierto, pero necesitamos siempre del cariño de las personas a las que queremos.
Además, siempre he sentido que era una persona que le daba mucho valor a las cosas. Lo que pasa es que, probablemente, daba valor a las cosas equivocadas. Ahora sé realmente lo importante que son los abrazos, las cosquillas, los besos… Lo fundamental que es tomarte una caña con tu mejor amigo un viernes por la tarde y reíros hasta que se os salten las lágrimas. Pasear con tu pareja hacia ningún lado porque lo importante, como ahora sé, es la compañía. A día de hoy seguramente nos hayamos dado cuenta de todas esas veces que oíamos a nuestros padres hablar y, sin embargo, no les escuchábamos. O que, como todos hemos hecho alguna vez, ‘rellenábamos’ nuestros días con banalidades sin ningún sentido. Debemos ser conscientes de todo esto porque estoy segura de que cuando todo termine, todos habremos experimentado un punto de inflexión en nuestras vidas. Debemos ser conscientes de que el mundo va a estar lleno de nuevo de primeras veces, y va a ser precioso.
