Fue en el año 2018 cuando se anunció este compromiso: la princesa Mako de Japón se iba a casar con Kei Komuro, un plebleyo. Ahora la pareja sella su enlace.
Mako de Akishino, la sobrina mayor del emperador Naruhito, ya ha dado el «sí, quiero» a su prometido Kei Komuro. La pareja ha sufrido grandes obstáculos hasta llegar aquí. Su historia de amor nunca fue bien vista y poco se parece a un amor de cuento de hadas. La boda se celebró ayer y al mismo tiempo que se casaban, la princesa Mako perdía todos sus privilegios reales al elegir a un plebeyo como esposo. La princesa de 30 años pasa a ser una japonesa más apellidada Komuro.
La princesa Mako de Japón rompe con la tradición nipona por amor
En este caso no hubo ceremonia Kekkon-no-gi en el Kashikodokoro, el rito sintoísta de enlace en el altar de la diosa del Sol, tampoco hubo kimonos, ni carruajes, ni nada que se pudiera esperar de una boda japonesa real, de los miembros del linaje dinástico más antiguo del planeta. Fuera de los muros tampoco sonaron las campanas y ni siquiera hubo boda civil. Un funcionario de la Agencia de la Casa Imperial fue el oficiante de esta boda, el encargado de presentar toda la documentación para legitimar el matrimonio en el registro civil de Tokio.
Hasta la fecha de ayer, la princesa Mako vivía con sus padres y sus hermanos en la residencia de Akasaka. Sobre las 10 de la mañana, hora local del país, la princesa abandonó su casa vestida con un elegante vestido verde pastel y un collar de perlas, y llevando un pequeño ramo de flores. Mako se despedía de sus padres con varias reverencias. Kako, hermana de la princesa, se saltó el protocolo abrazando a su hermana mayor. A las dos de la tarde, hora japonesa, Mako y Kei Komuro ya eran marido y mujer. Los recién casados hicieron unas declaraciones a los medios de comunicación. Mako expresó su decisión de construir una vida feliz con su «irremplazable» marido: “Soy consciente de que nuestro matrimonio ha generado discordia (…) pero para nosotros, es una elección necesaria si queremos vivir siguiendo lo que dictan nuestros corazones”, ha asegurado Mako.
La culpa de su pérdida de privilegios como princesa la tiene una ley de 1947 y que impone que las mujeres que no se casen directamente con el emperador o con un miembro de su familia real pierden la condición de princesas a fin de “mantener la dignidad de una persona que fue miembro de la familia real”, tal y como establece la desgastada ley.
No le pasó lo mismo a su abuelo, a su padre o a su tío. Los tres se casaron con mujeres ajenas a la realeza, pero ha sido Mako la única obligada a abandonar la familia imperial por el hecho de ser mujer y elegir un esposo sin estatus real. Esto ha causado el rechazo de muchos de los japoneses devotos de la familia real. Mako es la primera de la dinastía Yamato que no ha contraído matrimonio bajo el rito sintoísta y la única que ha renunciado a los 152,5 millones de yenes (casi 1,2 millones de euros) que le corresponden, por salir de la institución tras casarse con un plebeyo.
Mako ha sido muy criticada hasta llegar al altar, pero por fin podrá dar rienda suelta a su amor. En la misma rueda de prensa, Kei ha asegurado que va «a amar y proteger» a Mako y que «desea pasar la única vida que tengo con la mujer que amo». El matrimonio se ha mudado a un apartamento en Tokio y están preparados para iniciar su nueva etapa como casados en Nueva York, donde Kei reside desde 2018 como abogado. Mako se graduó en Arte y Patrimonio Cultural por la Universidad Cristiana de Tokio y también cuenta con un máster en Museología y Galerías de Arte de la Universidad de Leicester. Estamos seguras de que la princesa Mako continuará su carrera en el mundo del arte en EE.UU.
Por supuesto, al hablar de este caso nos viene a la cabeza uno que vivimos hace muy poco: la salida de Meghan Markle y el príncipe Harry de la Casa Real Británica. El caso de la princesa Mako ha despertado el interés alrededor de todo el mundo. El amor incondicional enfrentado a la realeza. Y, como en las buenas películas de amor, parece que será Cupido quien triunfe esta vez.